SALUD SIN TRABAS
A quienes nos oponemos a la legalización de la marihuana o de cualquier sustancia alucinógena nos responden desde la otra orilla con innumerables argumentos que pretenden justificar su consumo. Y no es porque necesiten hacerlo, ya que prácticamente pueden trabajar a campo abierto y a plena luz del sol, pues las autoridades parecen no darle importancia al creciente consumo de este tipo de sustancias, e incluso me atrevería a afirmar que entre quienes deberían controlarlo o impedirlo hay miembros que participan activamente en el negocio. Argumentos como el de que la marihuana es un simple cigarrillo inofensivo que si acaso produce risa y relajación, y que no causa ningún daño personal ni social, se dan como válidos. Y más, cuando su respaldo es el de que el consumo de licor, que sí está legalizado, puede generar comportamientos violentos y destrucción del entorno familiar o laboral entre muchas otras consecuencias nefastas, como se ha demostrado a lo largo de la historia. Pero la rabiosa defensa del consumo de marihuana no se queda sólo en la argumentación a la que me refiero, o en la venta de camisetas, llaveros e infinidad de souvenirs, o en la tolerancia de las autoridades al trapicheo constante de droga en barrios, bares, discotecas y cualquier esquina de la ciudad. Se quiere ir más allá, y para eso se ha encontrado el camino perfecto: La salud y el bienestar de la humanidad. Qué más plausible que esto? Qué solidaridad y qué altruismo. Qué bonito. Cómo es que